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domingo, 15 de febrero de 2015

La verdadera historia de la derrota de Estados Unidos en Yemen




Yemen, un país al sur de la península arábiga con grandes deseos de libertad lucha encarnizadamente contra los poderes occidentales liderados por EEUU, quienes procuran tener a este pueblo sumido en la pobreza para saquear sus recursos naturales y dominar la voluntad de sus habitantes. EEUU aliado con las monarquías del Golfo petrolero utilizan a Al Qaeda para desestabilizar el país a fin de catalogarlo como país digno de ser puesto en orden por las armas de las "coaliciones" que crea el imperio.
Aquí la nota:


Por Abd Hussein Shbib -Especial para Alahednews
(Traducido del árabe por la redacción)


Cuando los combatientes del movimiento “Ansarola”                                       
y los “Comités Populares” se hicieron con el control de la capital yemení, Saná, y se firmó el acuerdo de paz y asociación entre las fuerzas políticas, el día 21 de septiembre pasado (día del triunfo de la revolución yemení), Estados Unidos creó que se trataba de algo pasajero y que los de Ansarola “bromeaban”. Estados Unidos pensó que (Ansarola) era incapaz de dirigir un país con tantos retos y peligros y que pronto retrocederían bajo las amenazas internacionales. Entonces, como es habitual, Washington convocó sus tradicionales herramientas para expresar su ira: comunicados del Ministerio de Exteriores, la Casa Blanca y el Consejo de Seguridad de la ONU, luego un comunicado de los embajadores de los diez países que patrocinaron la iniciativa que en su día abortó la revolución popular en Yemen el 11 de febrero de 2011.
Era normal que condenaran lo que ellos denominaron el “uso de fuerza y violencia para controlar a la capital”. Pero tan pronto descubrieron que el asunto va más allá de su imaginación y notaron un cambio drástico. La primera prueba tuvo lugar en el aeropuerto de Saná.


¿Qué pasó en el aeropuerto?


Los Comités Populares que se convirtieron en los únicos que controlan el trabajo de todos los servicios pusieron nuevas normas relacionadas con el movimiento aéreo desde y a Yemen. El embajador estadounidense ya no goza de privilegios y está sometido a la soberanía de la ley diplomática. Un avión militar de EEUU intentó descargar “ciertos bultos” para la embajada, pero la carga no coincidía con el manifiesto presentado a la Aduana, por lo tanto, sólo se permitió descargar el material que constaba en la lista, el resto fue devuelto.

Otro avión militar intentó descargar armas destinadas a las fuerzas especiales yemeníes, con tal de que los vehículos de la embajada los transportaran a la sede de las fuerzas. Los Comités se negaron e insistieron en que un equipo de las fuerzas especiales fuera quien recibiera las armas en el aeropuerto y las transportara a su destino. Los estadounidenses no aceptaron y devolvieron la carga a donde procedía. Igualmente, la maleta diplomática ya no entra de forma confusa, sino bajo las normas acordadas, según asegura una fuente próxima al movimiento Ansarola.


Los norteamericanos dieron cuenta de que algo está cambiando, su embajador ya no puede moverse como hacía antes como si fuera “Alto Comisionado” por encima de la ley.







Washington subió el tono contra la revolución yemení y pudo conseguir una resolución del Consejo de Seguridad de imponer sanciones contra tres personalidades en Yemen con la acusación de “bloquear el proceso político”, los sancionados son: el ex-presidente Ali Abdula Saleh y los dos dirigentes de Ansarola, Abduljalek al Huzi y abdula yehia al Hakem (más conocido como Abu Ali al Hakem).


Al parecer, Washington no aprendió la lección y seguía estando bajo el choque de la caída de Saná y las provincias del norte en manos de los Comités Populares, creía que poner Yemen bajo el articulo siete (la resolución 2140, tomada en febrero 2014) era suficiente para disuadir a cualquier fuerza yemení de ir más lejos en sus opciones, en especial Ansarola, afines al movimiento huzí. No obstante, los cambios estratégicos sucedieron después de la mencionada resolución, desde que el Sayyed Malik Badr al-Din al-Huzi declaró la revolución popular el cuatro de agosto, hasta su triunfo el 21 de septiembre pasado.


Espía en la oficina del presidente


Los estadounidenses trataron de rodear los logros de la revolución y dar un impulso al régimen que ellos mismos crearon con Arabia Saudita, aceptaron el tratado de paz y asociación, pero intentaron contenerlo mediante el nombramiento del director de la oficina del presidente Abdrabu Mansour Hadi, Ahmed Bin Mubarak, para formar gobierno. Al Huzí levantó la voz muy alta en contra, rápidamente Mubarak se retiró.


Ahmed Bin Mubarak es el hombre de EEUU en Yemen, junto a otros hombres fueron “preparados” por Washington para ser símbolos de la próxima etapa. Washington presionó su equipo para dictar una constitución que divide el país en seis partes, con la intención de dividir el Yemen y desfragmentarlo. Mubarak se esforzó en redactar el proyecto durante sesiones en los Emiratos Árabes Unidos (por razones desconocidas) e intentó pasarlo de manera poco ortodoxa empleando artimañas. Los Comités abortaron ese desesperado intento y detuvieron a Mubarak mientras iba camino a la reunión dedicada a aprobar el proyecto.


Esta actitud revolucionaria chocó a los funcionarios en la embajada estadounidense en Yemen y se precipitaron a emitir un comunicado reclamando su inmediata puesta en libertad, incluso antes de que el presidente lo pida. Pero, la sorpresa fue enorme cuando se descubrió las grabaciones y los documentos que contenía su teléfono móvil, que revelaban las artimañas que planeaba con el presidente Hadi respecto al proyecto de división. En resumen, Mubarak resultó ser un espía de EEUU, cuya misión era “dirigir al presidente”. Lo más peligroso incautado a Mubarak era un “plan estratégico de seguridad” que señala las amenazas en Yemen, desde la perspectiva de EEUU, y como enfrentarlas, la lista está encabezada por el movimiento Ansarola. El texto fue escrito inicialmente en inglés y traducido al árabe, y tenía como objetivo meter el país en un estado de caos.


Abu Ali al Hakem

Fracasaron los intentos de Washington para librar a Mubarak, quien a su vez no quería salir sin garantías tras enterarse de la ira de Hadi al conocer su traición. Al final, por intermediario de algunos clérigos, Ansarola los entregaron a Mubarak y de allí partió a Arabia Saudita poniendo fin a su ambición política con humillación. De esta forma fracasó el plan de dividir Yemen, luego presentaron sus dimisiones el presidente y su primer ministro. Los Comités ya controlaban todos los edificios oficiales, incluido el palacio presidencial y la sede gubernamental.


Washington contemplaba con estupor como se derrumbaba un régimen político que costó tres años de trabajo y no podía evitar su caída. Los estadounidense se dieron cuenta que el convoy de la revolución sigue su camino y nadie puede frenarlo. Los Comités optaron por el diálogo, pero cuando se percataron de las maniobras para ganar tiempo y tras vencer el plazo dado para llegar a un acuerdo, los líderes de la revolución, en base a la facultad otorgada por la Asamblea Popular celebrada en Saná, decidieron emitir el “anuncio constitucional” que organiza la etapa transitoria. El anuncio fue hecho en el palacio presidencial en presencia de dirigentes políticos y militares. Una vez más el acto chocó a los estadounidenses, en primera fila de la audiencia durante la lectura del anuncio estaba sentado Abu Ali al Hakem, vestido de un traje militar oficial. Otra sorpresa chocante fue cuando se anunció la formación del “Alto Comité de Seguridad” presidido por el delegado del Ministerio de Defensa, el general Mahmoud Subaihi, y formado por líderes militares y de seguridad del Ejército y otras instituciones oficiales, además de líderes de Ansarola entre ellos Abu Ali al Hakem. Así, el hombre sancionado y prohibido de viajar se convierte en uno de los más influentes en Yemen a nivel militar y de seguridad. El mensaje es evidente: Las amenazas con sanciones o algo parecido no sirven.


Revolución diplomática


Washington dio cuenta de que el tiempo de tutela se acabó. Comenzó el tiempo de las relaciones por vías diplomáticas, el respeto mutuo y preservar sólo los intereses legítimos y terminar con todos los intereses ilegales, y no interferir en los asuntos internos de Yemen, acorde a lo que dijo Sayyed Abdul Malik Badr al-Din al-Houzi en su discurso. ¿Aceptaría la superpotencia que un país empobrecido y devastado, como ellos dicen, imponga condiciones sobre ella?, ¿Y que su embajador en Saná, al igual que el resto de los embajadores árabes en Washington, esté comprometido con los principios y normas diplomáticos, y que no mantenga reuniones con nadie sin el permiso del Ministerio de Asuntos Exteriores de Yemen? Prueba importante de la nueva diplomacia en Yemen pasó cuando el subsecretario del Ministerio de Exteriores para Asuntos Políticos, Hamid Al Awadi, convocó por petición de los Comités Revolucionarios, a todos los embajadores árabes y extranjeros en Saná, para informarles de los nuevos desarrollos constitucionales y asegurarles que las relaciones diplomáticas se mantendrán de acuerdo a las leyes, y que las misiones diplomáticas serán protegidas por el Estado yemení. Todos los embajadores acudieron a la sede del Ministerio, excepto el embajador de Estados Unidos, que todavía piensa que no es digno de su país ser convocado a una reunión semejante. Los Comités Revolucionarios respondieron a la insurgencia del embajador con un movimiento militar en las inmediaciones de la embajada y bloquearon el acceso a la misma o salir de ella, para hacer entender a los que están dentro que el tiempo de la tutela efectivamente terminó y que el comportamiento del embajador es inaceptable.




Las vías de contacto se cortaron entre la embajada y sus hombres de confianza en los servicios de seguridad, los grandes oficiales que ahora están en las nuevas formaciones ya no son de confianza, y los que rechazaron formarse dimitieron, entonces ya no sirven, sólo queda una opción: La huida. Estados Unidos cerró su embajada en Yemen, el embajador y el personal de la misión diplomática abandonaron, también lo hizo la unidad de protección especial de los Marines, pero la forma en que abandonaron no fue habitual. Primero, los estadounidenses contactaron con las autoridades en Omán para intermediar con los Comités y facilitar la salida de la embajada hacia el aeropuerto. Los omaníes hicieron las gestiones necesarias y enviaron un avión omaní al aeropuerto de Saná para llevar la delegación diplomática, según relata una fuente cercana a los Comités Revolucionarios. El acuerdo fue realizado según la ley, cuando los miembros de la delegación con el equipo de protección (128 marines) llegaron al aeropuerto, fueron obligados a entregar sus armas y sus vehículos blindados (con las llaves puestas) en la entrada del aeropuerto a la policía yemení, de acuerdo a lo que dicta el tratado de Viena.


Borrar la memoria de espionaje

La operación huida se concluyó, pero no sin destruir antes todo el material de la embajada que temían que cayera en manos de los Comités. Decenas de miles de documentos, cintas de video y C.D, además de los ordenadores personales y las memorias de todos los aparatos de vigilancia fueron destruidos. Asimismo quemaron todo el armamento que estaba en el almacén de la embajada.


Es evidente que los estadounidenses tenían en la memoria el asalto a su embajada en Teherán tras el triunfo de la revolución en 1979 y temían que se repita el caso en Saná. En aquel tiempo en Teherán, los documentos fueron destruidos con las maquinas, pero los iraníes reconstruyeron todos los papeles y consiguieron informaciones de mucha importancia sobre el trabajo de la embajada. Para que no se repita el caso, las ordenes de Washington eran “destruir con fuego” para que no se quede rastro de las pruebas que implican a la embajada, ni que se sepa nada sobre las conspiraciones que se planeaban dentro de sus muros. Los funcionarios yemeníes en la embajada vieron cómo se quemaba la memoria de décadas. Tal vez debemos esperar un nuevo Julian Assange para enterarnos del contenido de estos documentos.


En el hoyo donde se quemaron las evidencias EEUU manifestó su miedo, en el aeropuerto apareció en su peor estado cuando dejaron atrás sus blindados y subieron al avión omaní desarmados.


¿Por qué abandonaron de repente a pesar de que el enviado de la ONU, Yamal Bin Omar, continúa su misión de mantener conversaciones con las fuerzas políticas?, la respuesta la tienen ellos mismos.


En resumen, la embajada de EEUU en Yemen, con sus enormes edificios, donde 250 obreros turcos trabajaban para ampliarla y partieron hace pocos días, actualmente está vacía.

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